Observar, Observar-nos, Observar-se
Partir de la auto-observación sin juicios de valor, prejuicios ni censura.
Observar sin querer lograr nada en particular. Observar sin intervenir...
Si pero… ¿qué observo primero?
Un punto inicial interesante, al menos por mi propia experiencia y la de (ya muchos) alumnos, alumnas y pacientes es la observación de la propia respiración... ¿Cómo podemos observar algo que en verdad no se ve?
AL HABLAR DE OBSERVACIÓN ME REFIERO A UNA PRIMERA TOMA DE CONSCIENCIA QUE SURGE SIMPLEMENTE CUANDO ME DEJO ESTAR EN LA SITUACIÓN PRESENTE, CUANDO ME ENTREGO AL MOMENTO Y “VEO” LO QUE COMIENZA A OCURRIR.
OBSERVAR DE ESTA MANERA SIN QUERER LOGRAR NADA EN PARTICULAR ES LLEVAR LA ATENCIÓN A LO QUE -POR LO GENERAL- PASA DESAPERCIBIDO. OBSERVAR ES PERMITIRSE SENTIR.
Observar la respiración es un buen inicio ya que nos conecta de forma inmediata con nosotros mismos.
Percibir la entrada y la salida del aire
Es difícil no juzgarse al darse cuenta de que muchas de las dificultades o incluso enfermedades que aparecen a lo largo de la vida están provocadas o al menos influenciadas por no aprovechar nuestra capacidad respiratoria.
Pero el objetivo fundamental de la observación es en definitiva "darse cuenta" y emprender un camino que logre revertir aquellas conductas o patrones esteriotipados que repetimos a lo largo de nuestra vida que nos perjudican y enferman.
La respiración consciente nos puede ayudar a liberar tensiones, desbloquear emociones reprimidas y relajarnos.
¿Lo siguiente?
Observar el cuerpo (aquí)
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