SER/TENER CUERPO


Me gusta repensar conceptos: ¿ser o tener un cuerpo? 
Este "dilema" ha surgido en varios de mis grupos. Reflexiones e intercambios acerca de nosotros mismos. La pregunta se impone al comenzar a trabajar la consciencia corporal: ¿somos o tenemos un cuerpo? 
Como primera respuesta después de tantos años de investigación y trabajo con personas y grupos muy diversos es definitivamente que "somos nuestro cuerpo" pero lo pensamos y sentimos como algo separado, como un objeto que nos pertenece -o que nos es ajeno-, "algo" que duele, molesta, nos hace gozar, sufrir, etc... 
La "cabeza", como símbolo de nuestros pensamientos, ideas y creencias, queda totalmente separada del resto del cuerpo. Nuestro esqueleto negado y los órganos solo percibidos cuando nos enfermamos o cuando nos duele algo. Se impone así, de forma inevitable, una división o fragmentación.  

El cuerpo fragmentado...

¿Cómo combatir esa idea de que nuestro cuerpo "nos pertenece como si fuera un objeto"? y ¿cómo percibir la famosa "unidad" de la que tanto se habla? 

Un camino posible, -que por mi experiencia personal y profesional pienso que es uno de los más directos-, es comenzar a experimentar la consciencia de cuerpo a través de la exploración de nuestros recursos y herramientas corporales.
Pasar "de la cabeza al cuerpo" permite algo maravilloso porque logramos una experiencia directa de la interrelación entre nuestro cuerpo, mente y emociones: esa unidad que nos conforma y determina nuestra singularidad. 
Cuando vivenciamos nuestro potencial corporal aparece la realidad completa que nos caracteriza. Percibimos todas las posibilidades que nos brinda el mundo sensorial. Logramos detener el "pensamiento automático" ya que descubrimos nuestra fuerza interior y la energía de la que podemos disponer. 

"Somos y tenemos un cuerpo". Aunque "tener" no significa que "cosifiquemos" el cuerpo como algo distinto a uno o como un objeto separado de nosotros mismos. 
 "Tener" un cuerpo implica que podemos utilizar sus recursos de una manera respetuosa y acorde a las circunstancias que se nos presentan.

El cuerpo habitado...

Ayer montando en bicicleta con un viento en contra que me dificultaba mucho avanzar, intentaba pedalear con mas fuerza y el cansancio era cada vez mayor. Estaba enfadada y agotada, el viento soplaba y literalmente me detenía. Pero tampoco era tan terrible. Montar en bici es una actividad que me encanta, no lo hago como deporte ni soy experta en el tema. Me gusta, me hace bien y el aire no me impediría continuar... Pensaba "así no puedo", "tengo que hacer mas fuerza", "tengo que pedalear mejor", "debo..."
Me di cuenta de que "en lugar de hacerlo lo estaba pensando" y "pensar en hacer mas fuerza" me resultaba agotador. Además ¡no estaba funcionando!
Por fin dejé lugar a que mis piernas hicieran su trabajo y a que la respiración se acomodara acorde al esfuerzo. Detuve así el pensamiento "tengo que..." y me dejé estar en la situación presente sin resistirme.  La transformación fue inmediata. Ya no me resultaba difícil avanzar gracias a la postura del cuerpo, el empuje de la planta del pie en el pedal, la fuerza de los muslos y abdominales, la respiración adecuada y, en definitiva, el conjunto de toda la acción que permitió ese cambio (sumada la emoción de alegría y satisfacción por utilizar mis recursos, vencer el obstáculo y poder continuar con mi paseo). Mi energía y fuerza interior se impusieron frente al desgaste mental.

"Somos" y también "tenemos un cuerpo".  Valerse de los propios recursos corporales y su potencial, es la manera de "tener" un cuerpo sin tratarlo como algo ajeno a nosotros mismos. 

"Ser y tener cuerpo..., esa es la cuestión"

Comentarios