PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

En otra entrada reflexionaba acerca de las conductas mecánicas o esteriotipadas que se transforman a lo largo de los años en hábitos que nos perjudican y limitan aunque no tengamos consciencia de ello (aquí)
También existen los llamados "pensamientos automáticos" que son aquellos que irrumpen en la mente, nos invaden y por lo general nos llevan a un bucle de negatividad ya que son catastróficos,  siempre predicen lo peor, son irracionales y no podemos detenerlos, muchas veces porque tampoco somos conscientes de ellos.
Este tipo de pensamientos son breves, rápidos, engañosos y no siguen un patrón lógico. Surgen o se desencadenan por un suceso real o por la anticipación de un suceso. También pueden surgir por el recuerdo de otras situaciones de la vida que nos causaron malestar emocional.

Una paciente define los pensamientos automáticos como un tsunami, una especie de tormenta o remolino imparable en su cabeza que la invade e incapacita para cualquier acción y fomenta su sensación de "no poder", de autoexigencia desproporcionada y de baja autoestima.

La mayor parte de nuestras emociones proceden de la interpretación que hacemos acerca de los sucesos externos. En el caso del pensamiento automático hablamos de las llamadas "distorsiones cognitivas" como el pensamiento polarizado "todo o nada" o la "sobregeneralización", la tendencia a exagerar, las "etiquetas" o ideas fijas de cómo es el mundo, cómo son los demás o uno mismo sin ninguna posibilidad de cambio.
Muchas veces esos pensamientos se expresan en términos de "debería", "tendría que" "habría de"... Cada debería precipita un sentimiento de culpa por no lograrlo y en consecuencia una pérdida de poder personal.
El pensamiento automático en el momento que irrumpe se siente como auténtico, real, una suerte de "razonamiento emocional": si lo siento es cierto, por lo general magnificando lo negativo y minimizando lo positivo.
Puede ser "adivinatorio" en términos de "saber" lo que el otro está pensando y "personalista" o autorreferencial: "todo lo que sucede tiene relación conmigo".

Sabiendo que existen este tipo de pensamientos que distorsionan la realidad y nos perjudican podremos en principio "darnos cuenta" de ellos. Aprender a detectarlos y comprender que cualquier pensamiento determina el modo en que siento y cómo actúo.  
Si me guío por el pensamiento automático considerando que es una verdad absoluta probablemente tomaré decisiones equivocadas. Estaré considerando como evidencia lo que solo es producto de mis miedos, inseguridades o limitaciones.
Las creencias que forjamos a lo largo de nuestra vida son solo creencias aprendidas, no son "innatas" por lo que podemos librarnos de ellas o modificarlas.

Frente a estos pensamientos algunas preguntas posibles serían:
  • ¿Cuál es la evidencia? 
  • ¿Es contrastable? 
  • ¿Hay alguna explicación alternativa?  
  • ¿De dónde me viene esta idea?
Por otro lado intentar detener un pensamiento con otro pensamiento puede llevarnos a un bucle y nuevamente al "tsunami". Entonces..., ¿cómo lo hacemos?

Un camino posible es "ir al cuerpo" o mejor aún volver al cuerpo:
  • Retomar el movimiento orgánico, que respeta nuestra naturaleza.  
  • Estar en el momento presente y auto-observarse.
  • Respirar con consciencia. 
  • Aplicar recursos corporales que nos lleven a "pensar con el cuerpo" para recuperar el pensamiento racional, auténtico y contrastable.
Así como podemos modificar las conductas mecanizadas que nos perjudican, también podemos detener los pensamientos automáticos, detectarlos, darnos cuenta de su poder, observarlos y no reaccionar de manera impulsiva. 
La consciencia corporal actúa como mediadora dando lugar a un espacio y un tiempo entre el pensamiento que aparece y la reacción que tengamos. 

Un tsunami suele arrasar con todo a su paso. El pensamiento automático tiene ese mismo impacto ya que nos lleva siempre a una sensación de incapacidad, de malestar emocional y de bucle. No tiene ningún efecto de aprendizaje. Frenarlo antes de que nos "arrase" es un paso fundamental para nuestra salud emocional.

Todo puede ser pensado de manera diferente a como lo estamos pensando 
(Gilles Deleuze)

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