AFRONTAMIENTO DEL DOLOR (2) "EL DOLOR SOCIAL"

 Por el lado de los familiares, amigos, parejas, compañeros de trabajo, vecinas, etc. surgen comentarios o frases dirigidas hacia la persona que está pasando por un dolor cronificado:
"No tienes nada, ve al psicólogo"
"Siempre con el mismo tema..., piensa en otra cosa"
"Tienes que salir y distraerte"
"Eres muy quejoso"
"Tómate las cosas con más humor..., piensa en positivo"
"Cuando resuelvas los problemas con tu madre (o padre/ hermanos/jefe/etc.) se te pasarán todos los dolores"
"¿Vas al psicólogo? no sabía que estabas tan mal"

Por el lado de la persona con dolor cronificado aparecen pensamientos reiterados de todo tipo -por lo general catastróficos-. Algunos de estos pensamientos se relacionan con lo social:
"Si me quejo ya no querrán estar conmigo"
"Mis amigos me dicen que soy un pesado con el monotema"
"Mi pareja terminará abandonándome"
"Odio que piensen que no es para tanto"
"Creen que estoy loca"
"Tengo 40 años y comparada con mis amigas parezco de 80"
"Las personas que no tienen dolor no saben lo que es convivir con él"
"Nadie me cree, ni siquiera los médicos"

Estas y otras frases relacionadas con los vínculos las he oído muchas veces a lo largo del ejercicio de mi profesión. Para las personas con dolor cronificado las relaciones sociales se vuelven cuesta arriba..., igual que con su dolor (o más aún). 
Al dolor físico se le suma el llamado "dolor social" ya que a veces se produce un desequilibrio importante en las relaciones personales que también "duele". 
Es habitual que la persona termine aislándose con un sentimiento fuerte de incomprensión que influirá en la percepción dolorosa. El "dolor social" ayuda a abrir la compuerta y puede determinar un umbral o tolerancia al dolor muy bajo.
Aparece una necesidad de ser escuchado, contenido, comprendido y ayudado por su entorno: "que alguien se ocupe de esto y lo resuelva" o "alguien que lleve las riendas". Después de largos meses o años con dolor, la persona siente que su realidad ha cambiado por completo, ha perdido potencia y energía: "ya no soy el mismo que era". El dolor es quien domina, invade y controla todo. 
El dolor social incluye también a la no conformidad con los tratamientos médicos ya mencionada en otra entrada del blog. (aquí) 
Los familiares por su parte están desorientados, no saben qué hacer ni qué decir, quieren ayudar pero no saben cómo y en ocasiones se alejan... Otras veces ocupan demasiado espacio sin darse cuenta de que, de esa manera, la persona pierde aún más su potencia y autoeficacia. 
Es posible que la solución a esto sea que los familiares también reciban orientación psicológica o se informen acerca del dolor crónico para saber cómo actuar de manera positiva. Por mi experiencia, cuando el paciente comienza un afrontamiento activo y recupera su confianza, logra modificar su manera de relacionarse con el entorno. Esto trae como consecuencia que el entorno también se modifica.  

Así lo expreso en mi libro "El cuerpo como camino"  (pag.7/Intro):
(...) El objetivo que tenemos en el trabajo de consciencia corporal es enfrentarse al conflicto, "plantarle cara" y que cada uno encuentre dentro de si mismo, maneras diferentes de accionar de acuerdo con sus circunstancias particulares. Buscamos que la persona perciba que la enfermedad no le reporta beneficio alguno para poder, por fin, explorar nuevas alternativas. Cuando ese descubrimiento brota desde el interior, el cambio que se produce es auténtico, duradero y profundo. Se modifican las formas de funcionamiento respetando la propia naturaleza y, además, cambia la manera en que nos relacionamos con los demás. Esto trae como consecuencia inevitable que el entorno también se modifique. "Al mover una ficha cambia todo el tablero" (...)

Cuando se comienza un trabajo de afrontamiento del dolor, es fundamental tomar en cuenta las consecuencias del "dolor social". No hay que minimizarlo o restarle importancia ya que puede ser determinante en la eficacia o resolución positiva.


 




 







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