AFRONTAMIENTO DEL DOLOR (5) LA ACEPTACIÓN



En esta entrada sobre afrontamiento del dolor cronificado quiero referirme al factor más complejo de trabajar con las personas que están atravesando esta situación: la aceptación del momento presente que implica necesariamente la aceptación del dolor.
Cuando en terapia se plantea este concepto suele aparecer una fuerte resistencia. ¿Cómo aceptar la vida con dolor? Es impensable. 
En general se identifica aceptar con resignar ¿resignarse a que el resto de nuestra vida duela? Es intolerable. 
Incluso el término dolor crónico parece sentenciarnos a que nunca jamás se vaya el dolor. Pero su definición se refiere más bien a "larga duración", no a "para siempre". Es por eso que prefiero referirme como dolor cronificado a la condición del dolor que se ha prolongado en el tiempo, porque me suena como algo en movimiento y con posibilidad de transformarse.  
Aceptación no es resignación.
Para aceptar la realidad del dolor que se ha cronificado se necesita una actitud abierta y predispuesta: es lo contrario a evitar, negar, rechazar o resignar.  
Aceptación es dejar de sufrir. 

El inicio del camino de aceptación debería tener en cuenta las diferentes variables que se ponen en juego en la percepción del dolor: 
  • El concepto de umbral y la teoría de la compuerta.
  • El factor social y el contexto (edad, trabajo, vínculos, ocupaciones, historia personal, gustos y preferencias)
  • Los pensamientos y las emociones que influyen en el día a día. 
  • Observar y aprender a controlar nuestra atención: ¿en qué focalizamos? ¿atendemos más al dolor y a las limitaciones actuales o focalizamos en lo que sí podemos hacer?
  • Descifrar el significado oculto del dolor: considerar esta situación como una oportunidad de descubrir algo nuevo de uno mismo.
  • La aceptación no determina que el dolor se acabará ni tampoco que seguirá para siempre: aceptamos el momento presente ya que no sabemos lo que ocurrirá en el futuro.
A veces aceptar suena a "no hacer nada" y en verdad es todo lo contrario ya que al enfrentarse a la realidad del dolor con aceptación y curiosidad, se descubren movimientos nuevos y formas diferentes de realizar una acción. Se aprende a economizar el esfuerzo, a darse permiso para descansar, a disfrutar de pequeñas cosas, a no sobreexigirse y sobretodo a dejar de pretender. Esto último es complejo: no pretender y regular las expectativas ya que no puedo saber lo que ocurrirá. Si la expectativa de mejora es muy alta, a cada intento de solución no satisfactoria aparecerá una frustración muy fuerte con el consiguiente malestar acrecentado. Si la expectativa es negativa o está invadida por los pensamientos catastróficos, probablemente el umbral de tolerancia será muy bajo y la compuerta del dolor quedará abierta. Nivelar las expectativas es crucial.
 
Aceptar, -finalmente-, es: 
  • Abrir la posibilidad de experimentar y descubrir posibilidades diversas. 
  • Volver a tomar las riendas de nuestra vida: el camino de aceptación hace que recuperemos el control y la propia potencia.
  • "Plantarle cara" al dolor sin pelearse con él ya que tenemos en nuestras manos herramientas y recursos para gestionarlo.
  • Admitir que a veces necesitamos ayuda: hay días mejores y hay días peores.
  • Valorar los pequeños logros y el sentido del humor. 
Al pensar en el concepto de aceptación con todas las variables que se ponen en juego, quiero aclarar que no significa "estar siempre bien" ya que nadie -con dolor o sin dolor- puede lograr esto. Aceptar implica también dar lugar a las emociones que aparezcan, sean cuales sean. Permitirse expresarlas, dejar que nos atraviesen y seguir...
Muchas veces en el dolor cronificado se tambalea la propia identidad, no nos reconocemos, la vida cambia completamente y quedamos en estado de shock sin saber bien cómo accionar. Pero el dolor no nos define ni condiciona el sentido de la propia existencia ni de la identidad ya que la vida no se reduce al dolor. 
La aceptación necesita de una mente flexible que está predispuesta a la búsqueda de soluciones, que sabe que puede "normalizar" el día a día encontrando en el afrontamiento activo las propias fortalezas. 
Aceptación es autoeficacia porque permite descubrir todas las posibilidades con las que contamos a pesar de la limitación actual. 

Entiendo que un dolor cronificado nos enfrenta a una situación extrema y muy dificil de gestionar. Pero vivir con dolor no tiene porqué ser insoportable ni tiene que traer necesariamente sufrimiento.... Solo la aceptación puede hacer esto último posible.
 









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