DOLOR


"El dolor antes que dolor..., es persona"

Una frase genial de mi hija acerca de la percepción y vivencia del dolor. Su reflexión fue tan contundente y acertada que le dije que la utilizaría en mi blog.
"Dolor crónico" se llama a aquel dolor que tiene más de seis meses de duración y ya no funciona como un síntoma que nos avisa que algo no está bien, como en el dolor agudo por ejemplo. El dolor aquí deja de ser un síntoma ya que se ha trasformado en la "enfermedad misma". Me gusta llamar a este dolor, "dolor cronificado" ya que crónico suena a algo que durará para siempre y esto no es necesariamente así. Diferentes "factores" combinados determinarán su evolución y afrontamiento. 
 La experiencia personal del dolor tiene muchos vectores. Después de años de trabajar ayudando a diferentes personas con síntomas muy diversos, he podido comprobar que los estadíos que se suceden en el afrontamiento de un dolor cronificado dependen absolutamente de la personalidad y características emocionales de cada uno.
Se juegan en la experiencia del dolor no sólo la percepción de un daño físico puntual sino además y fundamentalmente la propia tolerancia o umbral de dolor.
Acerca de umbral el diccionario nos dice: (...) El umbral es la base de la exploración psicofísica de las sensibilidades táctil, olfatoria, visual o auditiva. El punto en que un estímulo ocasiona una transmisión de un impulso nervioso, se denomina umbral. (...) El umbral es la cantidad mínima de señal que ha de estar presente para ser registrada (...) Un umbral también es la parte inferior o escalón que hay en la puerta o entrada de una casa.

La puerta de entrada al dolor: la teoría de la compuerta (propuesta en 1965 por Ronald Melzack y Patrick Wall) nos ofrece una explicación fisiológica acerca del procesamiento del dolor. Aquí no explicaré el detalle a nivel de sistema nervioso pero sí quiero mencionar el concepto fundamental de esta teoría que afirma que la presencia de estímulos no dolorosos bloquea o disminuye la sensación de dolor.
"El dolor es necesario..., el sufrimiento es opcional" (esta otra frase la recuerdo pero no sé quién la ha dicho). Podemos pensar que frente al dolor no estamos del todo indefensos ¿de qué depende ese umbral o tolerancia? ¿qué factores abren la puerta de par en par?
En la compuerta al dolor frente al estímulo doloroso, aparecen tres dimensiones fundamentales: cognitiva y conductual, emocional y social.
El aspecto cognitivo-evaluativo incluye la memoria de experiencias pasadas respecto al dolor, creencias positivas o negativas, los procesos mentales de atribución o anticipación y un elemento -que para mí es fundamental en el afrontamiento-: la atención, ¿en qué focalizamos? ¿el dolor acapara toda nuestra atención?¿cómo actuamos frente a la sensación de dolor? ¿cómo reaccionamos? ¿dejamos de hacer cosas o nos obligamos a hacerlas a pesar del alto costo que nos pueden producir?
La dimensión emocional es básica en la experiencia del dolor. La compuerta se abre frente a emociones como el miedo, la ansiedad, el catastrofismo, la tristeza, la angustia, la rabia, la frustración, la pérdida de control, la ira, el estrés, la impotencia... Y muchas veces coronando esas emociones, la culpa que trae la dimensión social del dolor.
El aspecto social es sumamente complejo ya que las personas con un dolor cronificado suelen sentir  una especie de "dolor social", una sensación de incomprensión y soledad muy fuertes y difíciles de sobrellevar. He escuchado frases dichas a personas con dolor crónico: "eso es psicológico" "no tienes nada, ve a un psicólogo"..., y como consecuencia aparece en la persona que sufre una sensación de culpa importante.

El dolor cronificado se prolonga en el tiempo y de acuerdo al afrontamiento que la persona realice diariamente, la experiencia del dolor será devastadora o llevadera.
En otra entrada acerca del dolor y las técnicas de consciencia corporal (aquí), planteo un empoderamiento frente al dolor. No lidiar ni renegar, pero sí plantarle cara. Atender a sus razones, "escuchar" al síntoma ¿que viene a contarme acerca de mi mismo? ¿qué puede enseñarme?

"El dolor antes que dolor..., es persona". Vuelvo a la frase de mi hija. El dolor puede llegar a ser arrasador, incapacitante, agotador. La percepción que tengamos de él depende de tantos factores que no hay una receta única ni un tratamiento psicológico mágico que resuelva el dolor.
Muchas veces las personas que llegan a los tratamientos psicológicos vienen con una "esperanza desesperada de solución a su dolor". En general han pasado por diferentes especialistas, diagnósticos ambiguos, medicación excesiva y una desesperanza importante. Y no me extraña porque convivir con el dolor y sentir que ha acaparado e invadido nuestra existencia entera, puede llevarnos a emociones extremas que eran desconocidas para nosotros mismos.

Tomemos siempre en cuenta que el dolor es también una emoción y que cada persona lo afrontará de acuerdo con todas las dimensiones involucradas. Respetar esa naturaleza propia de cada uno es fundamental a mi entender y la clave para un afrontamiento positivo y una posible resolución. 

En mi propuesta terapéutica la exploración de los propios recursos y fortalezas es la clave fundamental y puede transformarse en la compuerta que hará que la experiencia de dolor tenga un umbral más tolerable y llevadero.




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